La movilidad, es, ha sido y va a seguir siendo un aspecto fundamental a nivel económico, social y medioambiental.
A diario se producen millones de desplazamientos tanto por necesidades particulares como empresariales y de gestión de servicios públicos; de ahí el reto que se plantea, tanto a instituciones públicas como a entes privados, de mejorar los sistemas de movilidad para que sean más eficientes, económicos y a la vez respetuosos con el medio ambiente y la calidad de vida de las personas, en definitiva más sostenibles.
Esta gestión de la movilidad, aparte de otros muchos factores a mejorar e investigar, pasa por la electrificación de los medios de transporte como solución económica, ecológica y en consecuencia sostenible. De esta manera, se evita la excesiva dependencia del petróleo con la consiguiente inestabilidad económica que conlleva, así como las altas tasas de contaminación acústica y atmosférica que producen los medios de transporte propulsados por combustibles fósiles y que hace que en muchas ciudades se hayan tenido que tomar ocasionalmente medidas extremas de urgencia por las altísimas tasas de contaminación ambiental (Casos de ciudades como Madrid o Barcelona, Londres… donde se ha tenido que restringir ocasionalmente el tránsito de vehículos)
De ahí, que el vehículo eléctrico que hace tan solo unos años se veía como un “invento” de cara un futuro lejano, esté cada vez más presente en nuestro día a día tanto a nivel particular, empresarial, como a nivel institucional y sean cada vez más numerosas las iniciativas para la implantación de este tipo de medios de transporte.
A nivel particular cada vez somos más los que nos planteamos el cambio de nuestros vehículos de combustibles tradicionales por los nuevos modelos eléctricos que actualmente están lanzando las marcas de automoción. Factores como una mayor autonomía (algunos vehículos llegan a los 240 km), un cuidado diseño, una conducción confortable y el ahorro en combustible están siendo determinantes a la hora de que en muchas familias se esté dando el paso hacia el vehículo eléctrico.
Con respecto a las empresas, las necesidades de transporte son por un lado un coste importante a considerar y más teniendo en cuenta los márgenes tan justos con los que se trabaja actualmente. Esté hecho está haciendo que muchas empresas replanteen sus flotas y elementos de transporte hacia soluciones innovadoras que permitan una racionalización de los elementos de transporte (vehículos compartidos, alquileres por determinados periodos de tiempo, renting…) de los que disponen minimizando su coste y en la medida de los posible eliminando también costes fijos para poder adaptarse más fácilmente a periodos de recesión.
Por otro lado, para muchas empresas la modernización de sus flotas, utilizando en muchos casos vehículos eléctricos o combustibles alternativos (Gas, GLP…) se ha convertido en una cuestión de imagen corporativa.
Las instituciones públicas a nivel estatal y local también tienen un importante reto respecto a la movilidad sostenible, por un lado para cumplir normativas y directrices que en gran medida vienen de Europa y por otro lado por todos los beneficios sociales, económicos y medioambientales que para las ciudades y territorios tiene un correcto planteamiento de la movilidad.
No obstante, todavía queda mucho por hacer, y es ahí donde las consultorías y asesorías de movilidad sostenible tienen un papel fundamental, en el asesoramiento a entidades públicas, empresas y particulares sobre un cambio indispensable para el avance hacia una sociedad más moderna, justa y eficiente.